He vuelto.

   Esta mañana, desperté con la sensación de que estaba en el lugar correcto. Con la sensación de que regresé de un lugar al que me fui mucho tiempo. Todo se debe al trabajo, no he tenido tiempo para mí, para escribir, para planear, para leer; sólo para trabajar. Este fin de semana ha sido glorioso en verdad. Por fin me siento descansada y llena de energía, con voluntad renovada e ideas y planes nuevos. 

   Durante meses o quizá algunos años, estuve en la vereda de complacer a las personas, de no hacer cosas (o hacerlas) porque las hacía felices o por lo menos, ese era el plan. Mis conclusiones probablemente no sean tan certeras, aunque tengo la firme convicción de que así es; por mucho tiempo funcionó, aunque yo no era tan feliz. Tampoco es que piense que mi vida ahora es color de rosa, mentiría, pero me encuentro muy conforme con ella, todo lo que hago por mí y para mí, me gusta y a pesar de que muchas personas no lo creen o tienen tremendas dudas, me siento muy satisfecha. ¿Podría tener más? Por supuesto. ¿Sería más feliz? No lo creo. Así funciona, uno está mejor hasta que es feliz con lo que tiene. 

Sigo esperando mis grandes flores amarillas, pronto llegarán.

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